Un invitado inesperado

Estaba releyendo, aunque más ajustado sería decir paseándome, por Noticias de libros, una recopilación de los informes de lectura que Gabriel Ferrater escribió para Seix Barral y Rowohlt Verlag entre 1961 y 1972, cuando me topé con Pablo Iglesias:

Griffin es un escritor del sur de los Estados Unidos, blanco y católico, que en noviembre de 1959 se tiñó la piel y vivió entre los negros. Este libro está compuesto de su diario, y es naturalmente una protesta contra el racismo y la segregación.

Todo muy simpático, pero lo malo es que Griffin está en un nivel absolutamente sub-literario, y que el libro es grotesco. El autor dramatiza su propio heroísmo con un impudor que deja atónito, extiende revoques de sentimentalismo de medio palmo de espesor, y en general hace todo lo que se permiten gentes de Time, el Reader’s Digest y la televisión (para todo eso trabaja Griffin) pero no las personas moralmente adultas.

Sería disparatado traducir el libro. [1]

Volví a evocarlo en la página sesenta y cuatro:

Esto parece un mal chiste, una historia de fantasmas profundamente ridícula. No quiero decir la novela, sino su autor. A juzgar por el hecho de que sus poesías reunidas están fechadas de 1935 en adelante, Mr. Braddock debe de haber nacido en torno a 1910, pero su punto de vista sobre la literatura y sobre la realidad es tal que hacia 1910 ya habría empezado a parecer caduco.

El resto del paseo ha sido apacible.


[1] Gabriel Ferrater, Noticias de libros, Península, 2000, p. 35.